Nació el chiquillo, Gabriel de la Mora González, un 24 de Octubre de 1983, como el jueves negro del 29 le gusta recordar, su madre que no se queda corta también le gusta hacer lo propio, y es que el día que nació empezó a llover, otoñada tardía pero de las mejores que se recuerdan. Y es que sus padres son agricultores y ganaderos, su padre Ignacio más de lo primero que de lo segundo, que para conocer la vida y milagros de las vacas ya está su mujer, Pilar, vacas y papeles, que de agricultura poco, extensiva claro, porque de jardines y plantas raras y psicotrópicas no hay mayor bruja en la España profunda, últimamente cría Copihues, flores extrañas de la Tierra de Fuego por lo menos, obtenidas hábilmente vía Internet, que agricultores sí, pero no atrasados oye.
Salamanca, ciudad de sabiduría, o eso dicen…
Nació casi en una dehesa, pero como eran los ochenta ya los niños nacían en los hospitales, no como su madre, que nació en la cama materna del pueblo, Villoria, en el Campo de Peñaranda, muy cerca de Salamanca, a orillas del Tormes.
No sabe qué debió pasar, pero a los pocos años, apareció en Ávila y en la guardería, una que ahora es centro social del Ayto. Mucho frío debía de hacer en la tierra de la Santa, así que tras un par de años, por lo menos, a su padre le dio la venada y dijo que todos para la costa que ya estaba bien de gastar en calefacción, así que para Alicante, qué cosas, de Ávila a Alicante, tanto cambio no podía ser bueno para la salud.
La Ciudad de Ávila, un frío del demonio, pero las yemas están muy buenas, eso sí
Entre arroz a banda y helado de turrón de avena pasaron casi seis añitos, playita paquí, playita pallá, lo más que llegó a aprender de valenciano no fue gracias a las clases del colegio, pues el extraterrestre con hélice en el gorro del libraco no motivaba mucho, sin duda fue más eficaz canal 9 y tv3 y su sesión doble de Bola de Drac en ambos canales, mítica serie.
Tras decidir que aquel clima no era muy adecuado y gracias a las apetencias truchiles y florísticas de sus progenitores la familia decide cambiar de aires, y cómo, al Pirineo Aragonés, de la Meseta a Levante y del Reino de Valencia al de Aragón, de más alta estirpe decían, ¿pues acaso no era Jaume I el Conquistador aragonés?
Delante como los de Alicante
Montañas, valles, ríos trucheros, ¿qué más se puede pedir? El muchacho en la escuela pública del pueblo, Ainsa, su madre ejerciendo de abogado, título obtenido en Alicante, y su padre pescando día sí y día también, ¡cómo para no aprender el crío también! De hecho antes de saber pescar ya hacía moscas artificiales, pues la cotización de éstas era tan alta que merecía la pena pagarle veinte duros, decía su padre, para que el chico las hiciera, que no era tonto. Así pues cuatro años de estancia, poco parecen ahora, mucho sin embargo fueron.
Ainsa, entre dos grandes ríos trucheros, el Ara y el Cinca
Y de vuelta a la tierra, a Salamanca, mejor dicho a casa, a la Dehesa de Moscosa y Gusende, eso sus padres, porque el muchacho ya estaba en hora de ir al instituto, y siguiendo la tradición materna al Mateo Hernández fue, de barrio y sociatas, como debe ser; y del instituto a la facultad, Ciencias Agrarias y Ambientales, primero una y luego otra. Así pues el muchacho ya pasa la edad de los dos patitos y es Ingeniero Técnico Agrícola Especialista en Explotaciones Agrarias, hay que ver cuanto nombre para tan poca chicha… Ahora estudia la otra, Ciencias Ambientales, en el último curso y el año que viene, como dice que no tiene ganas de trabajar, que bastante hace ya en la explotación familiar, y que la vida de estudiante es la mejor del mundo, piensa enrolarse de nuevo, pero eso sí, nada de Ciencias que de integrales, diferenciales y positrones varios está hasta el gorro, así que ná, Derecho y por delante.
La Dehesa de Moscosa y Gusende
Y así va el hombre, tanto “estudiar” que se aburría, así que un día decidió engancharse a Internet, su madre no quería, pues decía que sólo había en la red publicidad y páginas amarillas, pero no hubo manera, el muchacho estaba empeñado en ver qué se cocía. Un día, cansado de tanta autocensura periodística, que siempre fue peor que la obligada, se le ocurrió montarse un chiringuito él también, que para eso pagaba una buena cuota al mes. Primero una web, al estilo clásico, sobre la Dehesa de Moscosa y Gusende, y después un blog, El agricultor, en peligro de extinción, lo último en tonterías varias. Desde ahí escribe sus cosas y las de otros, esas que muchos no quieren escribir, que no les dejan o que no les interesan, allá ellos…
Actualización Junio de 2008
Esta página ya tiene un tiempito así que como no podía ser de otra manera está desfasada. En la actualidad compagino las vicisitudes de la explotación agraria familiar con el intento de sacar algún tipo de provecho económico de mi título de Ingeniero Técnico Agrícola, y mientras termino la última asignatura de la Licenciartura de Ciencias Ambientales que me queda y de paso curso 3º de Derecho, en la Universidad de Salamanca.
En los últimos meses he estado un poquillo lejos, conociendo los campos argentinos (sacando provecho de los estudios como decía…), y ha disminuido mi tiempo sustancialmente, tanto como para no escribir ni hola. Pero ya he vuelto, quizá escriba menos, espero que aumente la calidad en proporción, cosa difícilmente esperable, pero en fin…
Actualización Octubre de 2009
Un año más he de actualizar esta página, el problemilla de las páginas estáticas. Este año pasado he estado en busca y captura de empleo mientras a duras penas pasaba el tercer curso de Derecho, y cuando finalmente parecía más cerca la posibilidad de alcanzar la meta del postestudiante conseguí una beca universitaria de cooperación, en Bolivia. Tres meses en la Universidad Real, Mayor y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, en Sucre, capital de Bolivia. Y por fin he conocido una agricultura que no conocía, la campesina auténtica y que fundamentalmente es de subsistencia. Un gran contraste con la tecnificada y moderna agricultura empresarial argentina y por supuesto con la española que conocía, a caballo entre el mundo campesino y empresarial. Comunidades campesinas, originarias como les gusta llamarse a algunos y lo más importante, contacto con grandes profesionales del extensionismo agrario, hoy ecosocial, docentes de Agronomía TS en dicha Universidad, ¡qué más se puede pedir! Así que a partir de ahora diversos proyectos en marcha, en España y Bolivia, y de paso seguir sacando la carrera de Derecho ya sea en Cáceres o en Salamanca (benditas becas de movilidad).
Mi CV